La soledad y el aislamiento social

La soledead y el aislamiento social

Mi paciente María, sola en su casa, contempla la foto familiar donde no faltaba nadie. En su mente dice: – “Qué joven estaba mi esposo”, mientras suspira por su ausencia, – “Cómo lo extraño”, dice en voz baja. Hace 5 años que murió, pero le ha sido imposible superar su pérdida. Siempre estaban conversando, siempre tenían un tema para hablar, para recordar. Ahora que no está le parece que nada tiene sentido.
 
De los 10 hijos que tuvo, todos se fueron para Estados Unidos, hicieron su vida allá, tienen sus hijos. Regularmente viaja a visitarlos, pero ella no logra acostumbrarse a vivir tan lejos de El Salvador. Siempre regresa a su cantón, para ver a sus vecinos, a su hermana que vive cerca, y que está cieguita. Sin embargo, aunque las condiciones económicas de su hermana evidentemente son más bajas, ninguno de sus 3 hijos se fue. Ninguno quiso dejarla sola. Su hermana siempre está sonriente, siempre está feliz, y aunque no puede divisar bien la cara de sus hijos, ríe con ellos todos los días.
María, aunque quiere a su hermana, no deja de sentir cierto celo cuando escucha las carcajadas de ella a media cuadra. En cambio, le toca lidiar con una soledad galopante, y que cada vez es peor y más difícil de soportar. Muchas veces se pregunta qué habría sido mejor.
 
-“La soledad y el aislamiento social pueden ser tan perjudiciales para el corazón como fumar”-.

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