Aprendamos más sobre salud

Aprendamos más sobre salud

Cada vez estoy más convencido de que en nuestra sociedad salvadoreña late un problema profundo y preocupante: Una falta enorme de conocimiento médico en la población en general; sumado a otros factores emocionales, culturas y creencias.
Este problema no solo nos debilita y enferma como sociedad, sino que también nos condena. Por ello, continuaré alzando la voz, insistiendo, compartiendo estas verdades en mi perfil: Cardiólogo. Dr. Samuel Merino Barrera (hasta que lo tumben). No por obstinación, sino por urgencia. Porque quiero que entiendan, que sientan en el pecho el peso de cada decisión que se toma, las que pueden salvar o destruir.
“Doctor, como encontré mi presión arterial normal en mi casa, dejé de tomar la pastilla estos 15 días”. Resultados: Ahora regresa con presión arterial por las nubes.
La hipertensión arterial no es un simple malestar, no es un pequeño descuido. Es una enfermedad peligrosa, implacable, y mortal. Es un enemigo invisible que se infiltra en tu vida con la intención de destrozarla. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, 9.4 millones de personas en el mundo no regresan a casa debido a este enemigo. ¿Sabes lo que significa esto?
• Cada día: 25,753 vidas se extinguen. 25,753 sillas quedan vacías en la mesa familiar.
• Cada hora: 1,073 corazones dejan de latir. 1,073 sueños quedan incompletos.
• Cada minuto: 18 personas pierden la batalla. 18 historias terminan abruptamente.
• Cada segundo: Una vida se apaga cada 3 segundos. El tiempo suficiente para un parpadeo. El tiempo suficiente para perderlo todo.
Y, sin embargo, seguimos jugando con fuego. Nuestras creencias erradas, nuestras interpretaciones ligeras, nuestra indisciplina, nuestra falta de conocimiento médico, y nuestra confianza ciega en consejos de quienes no son médicos, son como cómplices de un crimen silencioso contra nuestra propia salud.
Si tuviera que buscar una imagen para que lo entiendas, diría que la hipertensión es un perro rabioso, con espuma en el hocico y un hambre feroz por morder tus riñones, tus ojos, tu corazón y tu cerebro. Cada decisión equivocada es como soltar la correa de ese animal. Cada pastilla que dejas de tomar, cada chequeo que ignoras, es un paso más hacia su mordida letal.
¿Y qué haces tú? ¿Le das de comer? ¿Lo ignoras? Ese perro no tiene piedad, no se cansa, no te dará tregua. Si no lo detienes, te atacará sin remedio. Protegerte de él no es una opción, es una necesidad. Porque, ¿cuándo morderá?, no lo sabes, y no será solo un susto; será una sentencia.
La mejor forma de cuidarte de esta agresión es siendo disciplinado, siguiendo las recomendaciones, cuestionándote si lo que piensas, y crees, es verdadero, o simplemente estás repitiendo un error que no es tuyo.
 

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