Todo esfuerzo tiene una historia
En este consultorio dio consulta por muchos años uno de los gastroenterólogos más prestigioso de El Salvador. Después fue un ciber, fue una vivienda, y antes que llegáramos nosotros estuvo cerrado por mucho tiempo.
Cuando iniciámos tuvimos que sacar muchas cosas, recuerdo que se llenaron dos camiones de equipos, materiales, electrodomésticos, etc. Ese mismo día, mi querida doctora de Orellana trajo a una amiga, esposa de un pastor, y oramos por el nuevo proyecto. Cada esquina de esos 52 metros cuadrados recibieron bendición. La Doctora estaba contenta porque aquel consultorio, que estuvo mucho tiempo cerrado, volvería a recibir pacientes, y aquellas paredes tristes y aburridas por la ausencia de sonidos, comenzarían a sonreir al escuchar de nuevo las carcajadas, conversaciones, y consultas.
A ustedes y a nosotros nos ha tocado volver a darle vida al consultorio, regresarle sus momentos de gloria cuando el doctor Orellana (gastroenterólogo retirado) traía a sus hijos pequeños mientras él terminaba su última consulta; y la historia se repite, ahora los protagonistas son otros, pero siguen siendo los mismos eventos.
Recuerdo cuando Samy se quedaba abajo de mi escritorio escondido porque no quería separarse. Porque tenía miedo. Ahora ya no siente ese apego. Se queda solo afuera. Y sin darnos cuenta nuestra vida va pasando frente a nuestros ojos, y muchas cosas solo quedarán en el pasado, algunas cosas las recordaremos, otras, por culpa del Alzheimer o la cruel demencia senil, quizás no; y pasado muchos años, cuando yo esté viejo, vendrá otro especialista cargado de ímpetu y juventud, que reiniciará de nuevo su propia historia, quizás, incluso, en el mismo lugar.