Siempre consulte con un especialista
-“Al que le hace falta fe que vaya al médico”-. Ayer así me dijo un amigo que es cristiano, y le dije: -“Mientras que tú sientas que son dos bandos diferentes, y contrapuestos, será difícil convencerte de que debes tomar tu medicamento de la presión todos los días”-.
Los médicos somos un instrumento de Dios. Ser médico tiene sus orígenes. Tiene su historia. Los médicos éramos los curanderos de la tribu. Para ser buen médico (porque no todos son buenos) debías tener ese ardiente deseo de ayudar, de aliviar el dolor. No todas las personas lo tienen. Los médicos de antes molían hojas, extraían sustancias de los animales, preparaban brebajes y lo hacían para aliviar el dolor de los integrantes de la tribu. Y eso sigue siendo así. Solo que ahora tomamos decisiones basadas en evidencia. Hay escuelas, y universidades que en base los respaldos científicos te preparan como profesional de la medicina. Ahora ya no somos curanderos. Nos preparamos para ser médicos, pero el espíritu de ayudar a los demás no ha cambiado. Sigue siendo el mismo.
La mayoría de los medicamentos que utilizamos tiene una base natural. Y poner a los médicos como un plan B, -“por si no funciona la fe”-, a mi criterio es como tener que elegir una sola cosa cuando puedes elegir las dos: Los médicos somos instrumentos de Dios para ayudar a los demás.
San Lucas, uno de los principales apóstoles y escritor del evangelio de San Lucas y el libro: Los Hechos de los Apóstoles, fue médico que recibió su formación probablemente en Grecia. La medicina griega estaba muy avanzada para su época.
Es muy probable que muchas personas se compliquen de enfermedades tratables por los dogmas, creencias y formas de pensar; muchas de ellas sin base científica, y hasta sin base bíblica.
-“Respondiendo Jesús, les dijo: -“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”-(Lucas 5:31). Si el mismo Jesús, el hijo de Dios, reconoce el valor de los médicos cuando existen personas enfermas ¿por qué defendemos la idea que nuestra fe es débil cuando decidimos acudir a uno de ellos?
La frase “Ayúdate que te ayudaré” no es una cita bíblica. Aunque el concepto de autoayuda y esfuerzo personal tiene resonancia en la Biblia, esta frase específica no se encuentra en las Escrituras. El origen exacto de la frase es incierto, pero una forma similar se encuentra en la fábula “Hércules y el carretero” de Esopo, donde Hércules le dice a un carretero que estaba rezando por ayuda: “Ayúdate y el cielo te ayudará.” La idea detrás de la frase es que uno debe tomar la iniciativa y poner de su parte antes de esperar la intervención divina.
Esta frase sí es bíblica:-“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? (Santiago 2:14-17).
En resumen:
1. Evitemos poner al médico en un extremo contrapuesto a la voluntad de Dios. Él puede estar actuando a través del médico para aliviarlo. Los medicamentos pueden ser formas visibles de pequeños milagros que vienen a su vida para curarlo, para sanarlo.
2. Hagamos nuestra parte. Dejemos esa mala costumbre de dejar las cosas al azar, a la “Voluntad Divina”. Aceptemos de una vez que nosotros tenemos también la capacidad de acortar nuestros días por las decisiones que tomamos diariamente. ¿O espera estar sano en 10 años si todos los días come pupusas, y no hace ejercicio? Claro que usted mismo se está tatuando en la frente que va a padecer del corazón. Le está diciendo a la enfermedad: -“Aquí estoy, persigueme”-.
3. A muchos les encanta la idea de asumir el papel de -“bote que navega en alta mar sin rumbo”-. No! Hagamos nuestra parte. Seamos reos de nuestras decisiones.
Nosotros también le ponemos fecha de caducidad a nuestra vida por la indiferencia, nuestros malos hábitos, por los dogmas y formas de pensar retrógradas que no sirven para nada, y que aumentan la cantidad de muertos y lisiados por enfermedades que no deberían causar ninguna complicación.
