Vive tu vida de la mejor manera

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¡No concuerdo y concuerdo!

No concuerdo con la tendencia de trabajar al punto de no ver crecer a los hijos; para ganar más dinero, para acumular más cosas; para tener más. Concuerdo con la idea de trabajar lo necesario, para tener lo necesario, y con el equilibrio tal que mis hijos crezcan felices, acompañados, en familia, sin vacíos por llenar.

No concuerdo con la tendencia de descuidar a los padres, dejarlos abandonados, y no estar presentes como hijos en su última y final etapa de vida. Concuerdo con la idea de acompañarlos, llevarle los nietos, sacarlos a pasear, incorporarlos a todo el proceso, y no contarles problemas personales de la vida cotidiana, porque de eso ya quedaron agotados.

No concuerdo con la tendencia actual de pasar pegados en el celular mientras el mundo pasa a nuestro alrededor, mientras perdemos momentos valiosos. Concuerdo con disfrutar sin nada digital, con pasar momentos libres de celulares, donde podamos platicar con los hijos y ver directamente a su cara sin la muralla de un aparato digital.

No concuerdo con robarle la infancia a mis hijos incluyéndolos en un sinfín de actividades extracurriculares. Concuerdo con que deberían jugar en esta única, finita, y corta etapa de sus vidas. Una etapa donde deben divertirse, salir a correr, compartir entre amiguitos, y jugar con los padres.

No concuerdo con estimular y motivar la migración de mis hijos hacia el extranjero; cuando pueden alcanzar las metas en su país con disciplina y sacrificio. Concuerdo con que le puedan apostar a una vida más minimalista, menos consumista, con más calidad de vida, emprendedora, que aporte a la economía de El Salvador, sin sacrificar el concepto de unión e integración familiar (algo de lo que carecen mucho nuestras familias salvadoreñas).

No concuerdo, que por trabajar en exceso, dejemos la salud de nuestro cuerpo en manos del azar y del destino. Concuerdo con estar pendiente de las “pequeñas alarmas”, para evitar problemas mayores.

Concuerdo con una vida más mediterránea, más equilibrada y donde yo, como humano, sea visto como un individuo con sentimientos, con deseos de alcanzar mi felicidad y no como un simple peón dentro de un gran juego de ajedrez.

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