El deber como padres
¡Ponerse los pantalones!
Esta frase no solo aplica a los hombres; también es un llamado a las madres que llevan el timón del hogar. Es un grito de acción ante una realidad que nos está robando la esencia de nuestras familias: la permisividad y la indiferencia de los padres están moldeando una generación de hijos adictos a los dispositivos móviles, las redes sociales y los videojuegos.
Recuerdo el día en que permití que Emily, mi hija, empezara a jugar Roblox en su computadora. Nunca he sido partidario de los videojuegos; crecí en un hogar donde mi padre jamás compró uno, y esa misma filosofía pensaba aplicar con mis hijos. Siempre lo he considerado una pérdida de tiempo y una puerta cerrada al potencial infinito de sus mentes. Al principio, me resultaba curioso verla jugar. Su entusiasmo era contagioso, y en su risa encontraba destellos de una infancia feliz. Pero pronto, las horas frente a la pantalla empezaron a multiplicarse. Emily dejó de interactuar con la familia que llegaba a casa, y su mundo comenzó a reducirse a ese monitor.
Decidimos intervenir. Un día, sin grandes explicaciones, le quitamos la computadora. Por supuesto, hubo enojo. Su molestia se transformó en silencio, pero nosotros nos mantuvimos firmes. Nos pusimos los pantalones, porque entendimos que nuestra responsabilidad como padres no es complacer a nuestros hijos, sino guiarlos hacia una vida equilibrada y plena.
La tecnología, como todo en la vida, es una herramienta neutra. La misma piedra que usa un campesino para descansar después de una larga jornada también puede ser usada por un criminal para herir. No es el dispositivo en sí, ni las redes sociales, ni los videojuegos el problema. Es la falta de preparación mental y emocional de nuestros hijos para manejarlos con responsabilidad.
La Academia Americana de Pediatría nos ofrece pautas claras sobre el uso adecuado de dispositivos en los niños y jóvenes:
Niños menores de 2 años:
Recomendación: Evitar el uso de dispositivos.
Razón: En esta etapa, el desarrollo cognitivo, motor y social depende más de la interacción directa con el entorno y las personas.
Niños de 6 a 12 años:
Recomendación:
De 1 a 2 horas al día, dependiendo de las actividades escolares y familiares.
Priorizar contenido educativo o actividades creativas.
Razón: A esta edad, es fundamental fomentar hábitos saludables, actividades físicas y sociales.
Adolescentes de 13 a 18 años:
Recomendación:
De 2 a 3 horas al día para actividades recreativas, excluyendo el tiempo dedicado a tareas escolares.
Establecer pausas regulares y evitar el uso excesivo, especialmente antes de dormir.
Razón: El uso prolongado de dispositivos puede afectar el sueño, las interacciones sociales y la salud mental.
Recientemente tuve una consulta que me dejó reflexionando profundamente. Atendí a tres pacientes adolescentes, entre 15 y 18 años, uno tras otro. No se conocían ni eran familiares, pero compartían los mismos síntomas: taquicardias, dolor en el pecho e insomnio. Intrigado, les pedí permiso para revisar el tiempo que pasaban en sus dispositivos a través de la función de bienestar digital. El primero registraba un promedio de 8 horas al día, el segundo 9 horas, y el tercero 12 horas. Doce horas diarias frente a una pantalla, desconectados del mundo real. No sabemos si en el futuro ese será una nueva enfermedad. Yo le pondría el Síndrome de la hiperconexión al móvil.
Esta experiencia no es aislada. Estamos viendo cómo el tiempo excesivo en dispositivos está impactando la salud física, mental y emocional de nuestros jóvenes. La solución no es demonizar la tecnología, sino educar, acompañar y establecer límites saludables.
Como padres, debemos recordar que la infancia y la adolescencia son momentos irrepetibles de desarrollo. Ponerse los pantalones significa asumir el desafío de proteger a nuestros hijos, incluso cuando eso implique incomodidad o conflicto. El amor verdadero no busca ser “buenacho”, ni amigable; busca construir una base firme para un futuro pleno, y eso implica muchas veces “ponerse los pantalones”.
