Me interesa saber no solo qué come, sino cuánto. Me interesa saber cuáles son sus más íntimos y penosos vicios, para poder ayudarle a que los deje de una sola vez por todas. Me interesa que aquello que lo ha enfermado, quede atrás, en el pasado. Me interesa cómo vive, qué le preocupa, cuál es su historia.

No tenga pena, puede llorar, hasta yo muchas veces termino llorando. Viene conmigo, yo necesito que deje su celular en modo avión, que se desconecte por un ratito; que platiquemos como amigos, como socios, como cheros, aunque nunca nos hayamos visto antes. Yo le entrego una hora completa de mi vida para conocerlo, para ayudarle, no hay apuros, los demás que esperen allá afuera.

¿Qué si tengo tiempo?, claro que sí, yo no soy de los que responden el teléfono mientras el paciente habla. Yo sí pongo atención, me imagino todo, y puedo sufrir casi con la misma intensidad que usted ha sufrido.

 

Venga, yo le doy mi tiempo, y usted cuénteme todo. Yo le ayudo.